El amor no muere

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El hombre que cuida a sus hijos no “ayuda”, es papá - ¿Y si hablamos de  igualdad?

¿Cuando fue la ruptura? Fueron tantas rupturas, las heridas, las físuras y las grandes brechas que aquel hombre dejaba en el corazón de su padre. Olvidó todo, las noches largas cuidando de su asma, los días que él salía corriendo a buscar dinero para pagar el médico y el tratamiento. Las veces que lo llevaba al parque y pelear para que le dieran el balancín. Lo vió crecer apegado a la madre, pero no desistía de llevarlo sano y salvo hasta donde fue posible. Las rupturas llegaron como vendaval permanente que rompía día a día cada rincón del hogar.

Con cada herida el hijo se alejaba, el padre se escondía y poco a poco fue quedando abandonado, aislado, excilado y si se presentaba en casa a descansar todos guardaban silencio. Él nunca aceptó que su padre no tenía responsabilidades en las malas decisiones que tomó en la vida.

Anciano padre que llegó con excelente salud a sus 87 años, ni el virus se arrimó a sus brevajes de hombre grande. El hijo enfermó y sin mucho protocolo sus amadas hijas, que Dios las guarde, llegaron a entregarlo a la anciana madre. Lento pero seguro, ella empezó a cuidarlo, recordando que lo parió de 14 años y podía cuidarlo del asma. Así llegó el anciano, no dijo nada, solo entregó el dinero para que lo alimentaran bien y se retiró en la montaña.

Al regresar lo encontró más fuerte, él hijo lo miró, en sus largos meses de sueños y pesadillas recordó aquella infancia esperando al padre, quien le llevaba los mejores zapatos y vestidos, con su tratamiento en la maleta y exigiendo que lo alimentaran bien. Recordó que fue él quien enseñó a su madre como cuidarlo. Y sin mediar muchas palabras, le pidió que fueran juntos a traer sus objetos en el otro hogar, necesitaba que su padre lo cuidara nuevamente. Él anciano se vistió de fiesta para acompañarlo, lo sacó de la mano para llevarlo al taxi y juntos se dieron a la tarea de remendar los rotos, en alguna parte el amor se escondió para renacer en momento oportuno.

Él anciano regresó orgulloso de haber regresado con su hijo sano y contento. Nunca es tarde para comenzar en el amor, incluso el más corto puede ser el más extraordinario, porque se brinda en los tiempos precisos.

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